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Historia del dinero en México

 

Historia de la moneda en México

Las expediciones descubridoras y colonizadoras del siglo XVI, estaban abiertas a todo aquel cristiano con domicilio comprobado en España o en sus Colonias. El señuelo de las grandes riquezas ocultas de los nuevos territorios, acarreó pronto una multitud vario-pinta de militares, hijosdalgo segundones, que se declaran de solar conocido; nobles empobrecidos y hasta uno que otro noble de alto rango. Entre éstos los había de origen desconocido; aventureros sin oficio ni beneficio y hasta uno que otro recién salido de las cárceles españolas. Bien conocida es la historia de la Conquista de México a través de las innumerables crónicas de la época; pero la historiografía moderna nos lleva a la conclusión de que la conquista fue propiamente una empresa de particulares, quienes arriesgaban cuanto poseían.

Establecidos los conquistadores encontraron en México una pluralidad cultural. La imposibilidad de implantar una economía monetaria por falta de divisas obligó a los colonos a adoptar los medios de cambio indígenas, pero al crecer las necesidades de intercambio en la colonia se hizo necesario acuñar moneda; aunque desde los primeros tiempos se había resellado el metal rescatado y fundido en las propias casas de Cortés.

Cuando se instaura el gobierno virreinal en 1535, el primer Virrey, Don Antonio de Mendoza, trae consigo las instrucciones para fundar una Casa de Moneda para acuñar moneda de plata y cobre con el siguiente mandato de los reyes Don Fernando y Doña Isabel: "Y PÓNGASE EN LA PARTE DONDE HOBIERE LA DEVISA DE LAS COLUNAS UNA M LATINA, PARA QUE SE CONOZCA QUE SE HIZO EN MEXICO".

Es probable que la amonedación del tipo de Carlos y Juana, se haya iniciado a principios de 1536, las monedas, en todo sujetas a la legislación española fueron de cuatro, tres, dos, uno, medio y un cuarto de real. La ley de la plata era de 11 dineros 4 granos, es decir 91666 milésimos. Aunque las ordenanzas hablaban de acuñar piezas de 8 reales, esto no fue posible debido a que no existían las condiciones técnicas para la fabricación de piezas tan grandes, pues la factura se realizaba manualmente y a martillo.

Como los indios no tenían costumbre de manejar la moneda resultaron continuos disgustos, sobre todo por las confusiones entre las piezas de dos y de tres reales, por lo que pronto se suspendió la acuñación de monedas de esta última denominación, razón por la cual las piezas de tres reales son sumamente escasas y valiosas.

Como las denominaciones acuñadas eran muy altas para las pobres compras de las clases menesterosas, el 28 de junio de 1542 se autorizó la acuñación de cobre en piezas de cuatro y dos maravedíes; cuya emisión se suspendió por el poco aprecio de los indios hacia ese metal, no se volvió a emitir moneda de cobre sino hasta el final del virreinato durante el período de Fernando VII. La Real Cédula del 25 de febrero de 1675 autorizó a la Ceca de México para troquelar moneda de oro, pero no se empezó dicha acuñación sino hasta 1679 bajo el reinado de Carlos II, último monarca de la dinastía Habsburgo. Durante todo el siglo XVII y el primer tercio del siguiente se acuñaron monedas macuquinas, es decir piezas irregulares en cospeles de distinto tamaño y grosor, pero cuya ley y peso eran exactos y certificados por el oficial llamado Ensayador, cuyas iniciales se estampaban en las piezas de metal fino.

A partir de 1732, durante el segundo período de reinado de Felipe V, se inicia la acuñación de hermosas piezas redondas, dotadas de un cordón protector, troqueladas en prensas de volante y que circularon hasta el final de la época virreinal. La moneda acuñada en México reafirmó en esta época su dominio como medio de cambio universal en América, Europa y Asia, donde circulaba profusamente desde mediados del siglo XVI.

Contrasta con el uso universal de la moneda mexicana, la escasez de moneda fraccionaria que afectó a ciertas regiones de la Nueva España desde el siglo XVIII y que se extendió hasta principios del siglo XX al México independiente. La carencia de moneda menuda produjo la aparición de numerosas emisiones de autoridades municipales y particulares, a las que se conocen genéricamente como tlacos.

Al estallar la Guerra de Independencia decayó tanto la minería como, por supuesto, la amonedación. El traslado del metal desde los reales mineros hasta la Casa de Moneda de México, se dificultó por la peligrosidad de los caminos, constantemente atacados tanto por los rebeldes, como por simples partidas de bandoleros. Por esta razón, las autoridades realistas tomaron providencias para instalar Casas de Moneda Provisionales, aledañas a los principales reales mineros, para evitar el riesgoso traslado de los metales finos y, de esta manera, acuñar sus propias monedas realistas de necesidad. Entre 1810 y 1821 funcionaron tales establecimientos en las ciudades de Zacatecas, Sombrerete, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guadalajara, Real de Catorce y San Luis Potosí.

Lo mismo que los metales, era casi imposible allegarse los troqueles originales desde la Casa de Moneda de México, así que los encargados de las Casas Provisionales construyeron sus propios troqueles o utilizaron moldes tomados de la moneda virreinal para la fabricación de sus piezas; esto dio origen a una gran variedad de monedas de necesidad que circularon simultáneamente con las monedas virreinales y las piezas insurgentes acuñadas durante la guerra.

En la reducida acuñación imperial de Iturbide se conservaron en gran medida las características de la moneda de busto colonial; al triunfo de la República, algunas Casas Provisionales se transformaron en Casas Foráneas, subsidiarias de la Ceca de México. Al crecer de nueva cuenta la producción minera y la acuñación de moneda, principalmente para su exportación a los mercados de Oriente, se crearon nuevas Casas Foráneas, llegando a funcionar en la República hasta catorce Casas con la de México; estas fueron las de Álamos, Culiacán, Chihuahua, Durango, Guadalupe y Calvo, Guanajuato, Guadalajara, Hermosillo, Estado de México (Tlalpan), Oaxaca, Real de Catorce, San Luis Potosí, Zacatecas y por supuesto la Casa matriz de la Ciudad de México. Todas ellas funcionaron como concesiones a particulares y acuñaron en los mismos tipos y denominaciones que la Casa de México, pero una cuidadosa observación de las piezas republicanas nos hace encontrar infinitas variedades en los troqueles, lo cual ha dado a los estudiosos de la numismática un nuevo campo de estudio. Otra circunstancia es que cada Casa colocaba la inicial de su Ceca en las monedas y como resultara que algunas Casas acuñaron menos tiempo o menos piezas, algunos ejemplares se han convertido en valiosos tesoros para el coleccionista debido a su rareza y escasez, como es el caso de las piezas del Estado de México o las de Álamos.

Entre 1864 y 1867 Maximiliano de Habsburgo, sostenido por las bayonetas francesas, impuso el uso del sistema decimal que previamente Ignacio Comonfort y Benito Juárez intentaron establecer en la amonedación mexicana. Las monedas de Maximiliano destacan por su bella factura.

Hacia 1892, por iniciativa del ilustre Don Matías Romero, todas las Casas fueron recuperadas para el gobierno (con excepción de la de Oaxaca) y algunas continuaron su labor hasta 1905, cuando la caída mundial del precio de la plata obligó al gobierno de Porfirio Díaz a instrumentar una reforma monetaria de gran importancia, que disminuyó sensiblemente la acuñación de moneda hasta que se mantuvo solamente la acuñación de la antigua Casa de México, primera del Continente Americano y que tiene más de 460 años de funcionamiento ininterrumpido.

A partir de la Reforma Monetaria de 1905 se modificó la ley de las monedas y se estableció el uso del Escudo Nacional rodeado por la inscripción "ESTADOS UNIDOS MEXICANOS" que se conserva hasta la amonedación contemporánea.

La contienda revolucionaria de 1910-1917 alteró profundamente la emisión y la circulación monetaria; dada la imperante escasez de numerario, las fuerzas beligerantes se vieron obligadas a emitir sus propias monedas -generalmente de burda factura-, billetes, vales y cartones para satisfacer sus requerimientos pecuniarios. Gracias a esta circunstancia, la numismática mexicana se enriqueció con una amplia gama de emisiones revolucionarias.

Durante los últimos ochenta y siete años transcurridos desde el inicio de la Revolución, en la moneda mexicana inscrita con la leyenda Estados Unidos Mexicanos se han producido numerosos cambios de diseño, tanto en el escudo nacional del anverso como en los reversos, cuya variada iconografía sigue invitando a los coleccionistas a conservar las piezas nacionales.En este período destaca la creación, en 1992, de una nueva unidad del Sistema Monetario de los Estados Unidos Mexicanos equivalente a mil pesos de la unidad anterior. La nueva unidad conservó el nombre de "peso". Esta unidad se adoptó con el objetivo de facilitar la comprensión y el manejo de cantidades en moneda nacional; así como para propiciar un empleo más eficiente de los sistemas de cómputo y registros contables. Para distinguirla de la anterior unidad monetaria, a la nueva unidad se le antepuso, transitoriamente, el adjetivo "nuevo"; cuyo uso se eliminó a partir de 1996.

I. Medios de cambio indígenas

A la caída de Tenochtitlan y establecimiento de los españoles en 1521, éstos tuvieron la necesidad de numerario para la realización de sus transacciones comerciales; como la poca moneda que poseían no era suficiente a sus necesidades, hubieron de adaptarse al uso de los Medios de Cambio Indígenas, que a la sazón eran: mantas de algodón o "patolcuachtli", cañones de plumas de ánade rellenos de polvo de oro, cuentas de jade o "chalchihuitl", pequeñas hachuelas o tajaderas de cobre y granos de cacao utilizados por cuenta o por carga. Este último era el medio más difundido y se utilizó en algunas regiones del país hasta bien entrado el siglo XIX.

 

II. Época virreinal (1535 - 1821)

Moneda de Carlos y Juana
Carlos I - Felipe II(1536 - 1572)

Llamada así por haberse acuñado durante el reinado de Carlos I y Juana "La Loca". Son las primeras monedas acuñadas por la Casa de México, las de plata en denominaciones de cuatro, tres, dos, uno, medio y un cuarto de real; ostentan en el anverso el escudo coronado de Castilla, León y Granada y la leyenda KAROLVS ET IOHANA REGES; en el reverso, entre las Columnas de Hércules, una cartela con el lema PLVS VLTRA y la leyenda HISPANIARVM ET INDIARVM. Existen dos series, la segunda con ondas marinas entre las columnas. Fracasó la acuñación de monedas de cobre de 2 y 4 maravedíes.

Estas monedas alcanzaron incluso el reinado de Felipe II quien, en 1572, cambió la impronta de la moneda por la de Cruz e inició la troquelación de monedas de 8 reales.

Moneda Macuquina
Felipe II - Felipe V (1ª época) (1572 - 1731)

Tosca y de forma irregular, fue la moneda acuñada desde la época de Felipe II hasta mediados del reinado de Felipe V. Con pocas variantes, el tipo general presenta en el anverso el escudo de los dominios españoles y de los Habsburgo, con excepción de las armas de Portugal; en la leyenda el nombre del monarca reinante y el lema DEI GRATIA. En el reverso una cruz equilátera y en los cuarteles castillos y leones, y, al margen, la leyenda HISPANIARVM ET INDIARVM REX. Durante el reinado de Carlos II, último monarca Habsburgo, se inicia la acuñación de oro, aún en tipo macuquino.

Las monedas emitidas de 1536 a 1731 eran troqueladas una a una con cincel y martillo. Por su forma irregular reciben el nombre de macuquinas, palabra que proviene probablemente del vocablo árabe "macuch" que significa aprobado o verificado.

Al acceder al trono español Felipe V, nieto de Luis XIV, trajo consigo el espíritu renovador de la ilustración, aunque en su primera época de gobierno se acuñaron aún piezas de tipo macuquino. Después de la muerte de su hijo Luis I - a favor de quien Felipe abdicó en 1724 - volvió a gobernar España hasta su muerte en 1746, e inició en este segundo período la acuñación de la moneda redonda.

Moneda Redonda
Felipe V - Carlos III (1732 - 1771)

En este período se inicia el troquelado de la moneda redonda en prensas de volante, mediante las cuales se logró el acabado perfecto de las piezas. Entre éstas destacan por su diseño las piezas de 8 reales, llamadas Columnarias; estas monedas, consideradas entre las más bellas de la numismática americana, ostentan en el anverso el escudo coronado de Castilla y León, con el escudo de Borbón sobrepuesto y, al margen, la leyenda con el nombre y título del monarca reinante. El reverso muestra dos hemisferios coronados sobre ondas marinas y a los lados las Columnas de Hércules, también coronadas, cubiertas con una cartela que lleva el epígrafe PLUS VLTRA; alrededor la leyenda VTRAQUE VNUM.

Estas monedas se acuñaron también bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III, quien modificó en 1771 el diseño y lo igualó con el de las piezas de oro que ostentan el busto del monarca reinante.

Moneda de Busto
Carlos III - Fernando VII (1772 - 1821)

 

El tipo columnario de plata cambió para ostentar, en su anverso, el busto del rey de España y la leyenda DEI GRATIA con el nombre del monarca reinante y, en el reverso, el escudo coronado de León y Castilla con el escusón de los borbones sobrepuesto y flanqueado por las Columnas de Hércules y un listón con el lema PLUS VLTRA.

El tipo general de esta moneda en oro lleva en el anverso el busto del monarca, su nombre y la leyenda D.G. HISPAN. ET. IND. REX; en el reverso el escudo coronado de la casa reinante, algunas veces figura el Toisón de Oro y hay variedad en las leyendas.

Carlos IV - Fernando VII (1788 - 1821)

Los últimos monarcas que rigieron la Nueva España, Carlos IV y Fernando VII, mantuvieron los mismos tipos de la acuñación colonial inmediatamente anterior, además de introducir la pequeña denominación de un cuarto de real de plata y, poco después, "Cuartillas" de cobre y aún "Octavos" de real, debido a las necesidades de circulación de moneda fraccionaria.

A estos dos monarcas correspondió enfrentar la decadencia del Imperio Español frente a las potencias europeas, que aunado a los conflictos internos propiciados por las desigualdades sociales y al régimen autoritario de la corona, condujeron a la Independencia de México.

 

III. La guerra de independencia (1810 - 1821)

Acuñaciones realistas

Tres siglos de denominación colonial ocasionaron las contradicciones sociales y políticas que habrían de desembocar en 1810 en la Guerra de Independencia. El movimiento armado provocó que la economía se retrajera, que los capitales españoles salieran del país o se atesoraran. Los bandos realistas e insurgentes se vieron obligados a emitir su propia moneda de necesidad para solventar el costo de la guerra; estas piezas, a veces acuñadas en Casas de Moneda Provisionales y otras en talleres improvisados, inundaron la circulación.

 

Se acuñaron monedas realistas con diversos troqueles, en ocasiones con improntas diferentes a la moneda oficial, en las Casas de Moneda Provisionales establecidas para ese fin en diversas localidades, principalmente las más cercanas a los reales mineros, pues la guerra, por una parte, había cortado los caminos hasta la capital y, por otra, las "Conductas" que transportaban los metales eran presa continua de bandoleros o indios insurrectos.

Si los realistas contaban para sus acuñaciones de necesidad con los metales extraídos de las ricas minas de la Nueva España, los insurgentes en cambio echaron mano de todo tipo de metales para cubrir sus necesidades de circulación.

Piezas Insurgentes
Moneda de Morelos

Es importante señalar que el General Morelos, al carecer de metales preciosos, acuñó por vez primera en nuestra historia moneda fiduciaria, cuyo valor facial era superior al valor intrínseco; es además, la primera moneda en la cual desaparecen las divisas realistas. El anverso de estas piezas, de burda factura, presenta el monograma de Morelos acompañado de la denominación y del año de acuñación; en el reverso se aprecia un arco con flecha y debajo la palabra SUD. Estos elementos se acompañan de numerosos y variados ornamentos. Tanto insurgentes como realistas utilizaron el expediente de resellar las monedas de ambos bandos.

 

Otras Monedas Insurgentes

Además de la copiosa acuñación de Morelos, otros jefes insurgentes fundieron o troquelaron sus propias monedas; destacan por su importancia y variedad las emitidas por la Junta de Zitácuaro en las cuales aparece, por vez primera, el águila mexicana sobre un puente.

 

IV. Acuñación imperial de Iturbide

 

Primer Imperio (1822 - 1823)

Durante el Imperio de Iturbide se acuñaron dos tipos de monedas de oro y plata en las denominaciones de ocho y cuatro escudos y de ocho, dos, uno y medio real; el primer tipo presenta en el anverso el busto desnudo del Emperador con la leyenda AGUSTINVS DEI PROVIDENTIA; en el reverso, un águila coronada: mirando a la izquierda y con las alas extendidas, parada sobre un nopal entre macanas y carcajes cruzados; la leyenda continúa del anverso: MEX. I. IMPERATOR CONSTITUT. El segundo tipo con el mismo anverso pero con un reverso diferente en el que cambia el diseño del águila.

 

V. Moneda de Maximiliano

Segundo Imperio (1864 - 1867)

 

Acuñada dentro del sistema decimal y en las zonas dominadas por la Intervención, la moneda Imperial adoptó el mismo diseño para las piezas de oro y plata, cuyo anverso ostenta el perfil del emperador y la leyenda MAXIMILIANO EMPERADOR; en el reverso el escudo imperial y la leyenda IMPERIO MEXICANO, la denominación y el año. El diseño de estas piezas, entre las más bellas de México, se debe a Sebastián Navalón, Cayetano Ocampo y Antonio Spíritu. Las piezas de plata de diez y cinco centavos y las de cobre de un centavo presentan un diseño más sencillo.

 

VI. República Mexicana (1823 - 1905)

Casa de México y Casas Foráneas

 

Al triunfo de la República sobre el Imperio se regularizó la acuñación monetaria del país, tanto en la Casa de Moneda de México como en las Casas de Moneda Foráneas que a lo largo del siglo XIX se establecieron en distintos puntos del territorio nacional. Según las necesidades de circulación y exportación de moneda, dichas casas llegaron a sumar catorce y tuvieron variados períodos de amonedación.

La moneda mexicana lleva, de 1823 a la fecha, el escudo nacional en el anverso, que en este período se acompañó de la leyenda REPUBLICA MEXICANA, mientras que el reverso ha sufrido varias modificaciones. Las monedas de oro en sistema octaval presentan un brazo que sostiene en una vara un gorro frigio sobre un código abierto y la inscripción LA LIBERTAD EN LA LEY; las primeras monedas de plata con denominaciones en reales ostentan un gorro frigio radiante. Por último, los reversos de las monedas de oro y plata con denominación decimal ostentan, en el reverso, una balanza bajo un gorro de la libertad. Las Casas Foráneas acuñaron con los mismos diseños que la Casa de México, cambiando solamente la ceca; en cobre, estas casas tuvieron libertad para escoger sus diseños.

 

VII. Medio de cambio universal

 

Contramarcas y Chops

Piezas contramarcadas en el extranjero que corrieron en los mercados de Oriente, desde finales del siglo XVI hasta el siglo XIX y aún a principios del siglo XX. La moneda mexicana tuvo, merced a estas contramarcas o resellos, curso legal en los mercados de Europa, América y principalmente Oriente; donde los comerciantes chinos, para certificar la buena ley de la moneda y protegerse de falsificaciones, acostumbraron estampar sobre el campo de las piezas pequeñas marcas llamadas chops.

 

 

VIII. Monedas de la revolución (1910-1917)

Al finalizar el siglo XIX, después de un período de casi treinta años de relativa paz, instaurada a sangre y fuego por el régimen porfiriano, se hicieron patentes las cada vez mayores diferencias económicas y sociales que padecía el pueblo mexicano. Como bien decía Don Francisco Bulnes "La paz reinaba en las calles, pero no en las conciencias", y bastó un pequeño descuido del general Porfirio Díaz para que estallara la revolución que habría de abatir el régimen dictatorial. Como en tiempos de la independencia, el numerario escaseó y esta vez fueron los bandos revolucionarios quienes recurrieron al expediente de acuñar su propia moneda, entre la cual se encuentran piezas verdaderamente curiosas y apreciadas por los coleccionistas; destacan las emisiones villistas, zapatistas y del Estado Libre y Soberano de Oaxaca.

 IX. Tlacos

Además de la acuñación oficial, hecha tanto en la Casa de Moneda de México como en las Casas Foráneas, existió otro tipo de acuñación, la cual proliferó desde la época colonial debido a la falta de moneda menuda, pues la denominación más baja, que era un cuarto de real, resultaba muy alta para las compras de las clases desposeídas; de manera que los comerciantes adoptaron la costumbre de acuñar su propia moneda. Pronto las negociaciones mineras y haciendas siguieron esta costumbre y a esta moneda se le llamó genéricamente "tlaco", voz náhuatl cuyo significado es "la mitad".

 

Moneda regional y municipal

Las piezas de cobre regionales y municipales fueron emitidas por autoridades locales a fin de resolver la falta de moneda fraccionaria. Los tlacos de minas, haciendas y otras negociaciones, que fueron emitidos por particulares, tuvieron circulación más restringida que las municipales, pues eran admitidas casi exclusivamente por la entidad emisora.

 

X. Moneda de los Estados Unidos Mexicanos (1905 - actual)

La baja mundial del precio de la plata, debida a una sobreproducción de este metal y a la adopción del patrón oro por muchos países, obligó a México a modificar su acuñación, principalmente al reducir la ley de sus monedas de plata a 800 milésimos; estas transformaciones quedaron comprendidas dentro de la Ley Monetaria de 1905. Destacan, entre el extenso repertorio de monedas de este período, algunas piezas conmemorativas que han alcanzado fama internacional gracias a su espléndida factura, rareza y diseño; entre ellas están el centenario de 50 pesos y el azteca de 20 pesos oro.

El año de 1905 señala también un cambio radical en la moneda mexicana. Se acuñaron, entre otras, piezas de oro con el perfil de Don Miguel Hidalgo en denominaciones de diez, cinco y dos y medio pesos con ley de 900 milésimos y se utilizó por primera vez la leyenda ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.Las primeras piezas conmemorativas fueron el peso de 1910, conocido como "caballito", y el Centenario de 1921. De 1921 a la fecha la acuñación ha sido continua, se han troquelado una gran cantidad de denominaciones -desde 1 centavo hasta 5,000 pesos, además de las denominadas en nuevos pesos- y varios tipos, tanto en metales preciosos como industriales.

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